De origen artificial y hoy completamente naturalizada, fue construida por los monjes del monasterio inmediato entre los años 1500 y 1530. La rodea un bosque caducifolio de abedules, alisos, fresnos, robles y otras especies. En su superficie, de cerca de 10 hectáreas, abunda el nenúfar. Su profundidad máxima es de 4,5 m.